miércoles, 4 de julio de 2018

Veinte años no son nada



Veinte años no son nada.

Una de las facetas más fascinantes del ejercicio profesional es definitivamente la docencia.
Mis inicios en este apostolado comenzaron en 1992 en la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) ACATLAN, hoy Facultad, del ejemplo del Dr. Manuel Fagoaga Ramírez (2008), académico emérito de la Universidad y Profesor de las Materias de Derecho Romano.

Cuando curse la materia de Derecho Romano tuve la suerte de llevar el primer curso, precisamente con el Dr. Fagoaga y el segundo curso con el Doctor Alfonso Larena Nájera, ambas cátedras brillantes y definitivamente una de mis materias favoritas. Al paso de los años y cuando yo ya cursaba el último año de la Universidad fui invitado a impartir como profesor adjunto la clase de Derecho Romano primer curso.

Grata fue mi sorpresa que el maestro me encomendó por completo la clase, decidí los materiales, contenidos, método de enseñanza y las  evaluaciones correspondientes, si bien por un lado tenía la enorme responsabilidad de conducir una clase en la UNAM, para mí era un ejercicio lúdico, que disfrute mucho. Asi lleve el primer y segundo curso como profesor adjunto a la par de mi último año en la universidad.

Al término de la licenciatura y dedicar tiempo completo al ejercicio profesional, no me permitió continuar como profesor adjunto en mi alma mater.
En Tribunales tuve la fortuna de encontrar a una de mis ex alumnas de esos cursos –Geldy- quien me preguntó, ¿sí seguía dando clase en Acatlán?, a lo que comenté, que yo no daba clase, que solo fue un apoyo a uno de mis profesores, a lo que replico que no lo hacía tan mal. Eso motivo en mí el interés de buscar una oportunidad en algún espacio universitario.

El Dr. Carlos Muñoz Rocha fue quien muy gentil y amablemente me ofreció una clase en la Universidad Tecnológica de México para el cuatrimestre 98-3. Derecho Notarial y Registral fue mi primera clase ya como docente.

Muy gratos recuerdos de compañeros docentes en el campus Marina-Cuitláhuac, lazos de amistad que se han fortalecido con el tiempo, alumnos brillantes con los cuales al paso de los años se han convertido en compañeros del ejercicio profesional, como litigantes, servidores públicos y académicos.

Con la creación del campus Atizapán, decidí cambiar mi actividad académica a dicho campus y la Maestra Olga Verónica Díaz Ponce me dio la oportunidad de impartir clase en la licenciatura en Derecho, Mi camino en Negocios Internacionales se dio con la creación de la Licenciatura en el campus Atizapán y fue el Maestro Juan Manuel Macías Chávez, quien me permitió incorporarme a su equipo académico.

De Derecha a Izquierda la Dra. Patricia Salazar, la Maestra Claudia Montiel, El Maestro Ernesto Navarrete, el Maestro Marcos Marín y el que esto escribe.

Esta travesía ha estado llena de momentos muy gratos, retos y desafíos. Lo más importante siempre ha sido, que los alumnos vean, que solo el amor a su profesión, les permitirá disfrutar día a día el ejercicio profesional que hayan elegido, disfrutarlo y no padecerlo y disfrutar el tiempo que pasan en las aulas que es tan breve que se queda tatuado tanto que hay quienes nos rehusamos a dejar la Escuela.

Concluyo esta reflexión solo con algunas imágenes de actividades que han sido muy divertidas.

Visitas académicas. 








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